13 AÑOS DE CRÓNICAS EN ‘CATALIBANES’ 

5 de marzo de 2017

Ecos raros en tiempos revueltos

Tras haber adquirido la mayoría de las acciones de la empresa editora, el 1 de julio de 2015 Xavier Salvador asumió la dirección de Crónica Global, el diario surgido de la fusión entre dos cabeceras digitales catalanas que se habían distinguido por su línea editorial contraria al nacionalismo: La Voz de Barcelona y El Debat. Desde su llegada, Salvador —de quien se ha publicado que un mes antes había sido relevado como director de Economía Digital— acometió una profunda renovación, mediante la reestructuración de la plantilla y diversas incorporaciones —incluyendo la de varios miembros de su anterior equipo—, así como una alianza con El Español, el último proyecto periodístico de Pedro J. Ramírez.

La columna que el flamante director firmó el pasado 15 de febrero, con el título «Una salida para Cataluña», ha levantado en Internet sonoras críticas de lectores indignados. Pues resulta ciertamente desafortunada:
«Interesante conversación con Javier Vega de Seoane, presidente del Círculo de Empresarios, de visita por Barcelona para pronunciar una conferencia. El hombre fuerte de la histórica institución empresarial madrileña tiene un mensaje que los catalanes debemos escuchar: al conflicto, al contencioso abierto no se le debe aplicar una solución, sino darle una salida.
»Es una visión que vale la pena escuchar, porque tal y como nos explicó a los periodistas de Crónica Global en su visita a nuestra redacción se ampara en cuatro ejes. Esas cuatro soluciones parten de un común denominador: el PP no ha estado a la altura de las circunstancias hasta la fecha y en Madrid, entendido como concepto global de las Españas, se ha entendido con dificultades algunas reivindicaciones de un nacionalismo catalán que si hubiera seguido la senda de la moderación era comprensible en sus pretensiones».
«Comprensible en sus pretensiones»; «senda de la moderación». ¿Pero cuándo ha sido moderado el nacionalismo? ¿A finales de los años 70, quizás, cuando los militantes de Convergència coreaban: «Avui paciència, demà independència» (‘Hoy paciencia, mañana independencia’)? ¿O cuando Oriol Pujol desplegó la megapancarta «Catalonia is not Spain» en la inauguración de los Juegos Olímpicos de 1992 que habíamos pagado todos los españoles? ¿Sería tal vez cuando los colaboradores de su padre, Jordi Pujol, plasmaron en el Programa 2000 las pautas para infiltrar el sentimiento catalanista en absolutamente todas las capas de la sociedad? A ver si fue durante el intento de extirpación de la lengua materna compartida por más de la mitad de los catalanes que todavía dura bajo el nombre de Inmersión Lingüística. ¿Era antes moderado el nacionalismo, o más bien le convino fingirlo mientras afianzaba su poder acaparando competencias y completando el adoctrinamiento de las masas?
«Así, Vega de Seoane apuesta por dar respuesta a cuatro cuestiones fundamentales: las infraestructuras (aquí cabe desde el Corredor del Mediterráneo que el empresariado desea con urgencia hasta la falta de inversión en líneas ferroviarias de cercanías, por ejemplo), la lengua y la cultura, la situación de la fiscalidad autonómica en la que se equiparen los conceptos de solidaridad y, finalmente, un nuevo Estatuto de autonomía».
O sea, que da por válidos prácticamente todos los falsos agravios y las reivindicaciones que sirven de coartada al movimiento separatista. Ni un solo dato comparativo respecto de otras Comunidades autónomas para argumentar esa supuesta «falta de inversión» en los trenes de cercanías; sobre lo de la lengua, si alguna hay aquí subyugada es el castellano, ¿propone legalizar su erradicación?; y las causas de la catastrófica situación financiera de la Generalidad más hay que buscarlas en lo mucho que roban y despilfarran los políticos nacionalistas, que en un injusto reparto del erario entre las regiones españolas, que además no es tal (eso de «un nuevo Estatuto» ni siquiera vale la pena comentarlo).

Inauguración del Mobile World Congress 2017, este lunes, en Barcelona. Posan juntos: Carme Forcadell, Carles Puigdemont, el rey
Felipe VI, y Oriol Junqueras, tomando por los hombros a la vicepresidente Soraya Sáenz de Santamaría, quien hace unos meses se
habilitó un despacho en la capital catalana para escenificar la voluntad de diálogo del Gobierno con los golpistas
«El cómo se llega hasta esa solución en los momentos actuales es difícil de vislumbrar a estas alturas de la película y, sobre todo, después del papelón que Artur Mas y los suyos han desarrollado en los últimos tiempos».
El actualmente procesado ex presidente de la Generalidad no ha hecho sino acometer el tramo final del proceso secesionista iniciado por Jordi Pujol en 1980. Y ejecutado con disimulo hasta hace poco, para ir timando a los políticos y periodistas crédulos con el espejismo de la moderación.
«Pero lo que está claro es que esa salida al tema catalán, por llamarlo de alguna forma, no pasa por los antiguos convergentes, sino por los seguidores de Oriol Junqueras, que eran jóvenes y hoy son maduros votantes moderados a la par que independentistas posibilistas y pragmáticos».
Y si no, que se lo pregunten a Joan Tardà, al recientemente dimitido de su cargo de senador Santiago Vidal, a la dos veces querellada por desobediencia y prevaricación Carme Forcadell, o al siempre comedido Gabriel Rufián y a sus acólitos, dechados todos ellos de «pragmatismo» y de «moderación».
«La opinión de un digno representante del mundo empresarial, presidente de la aseguradora DKV, entre otras ocupaciones mercantiles, merece ser tenida en cuenta. Ayer conferenció en Barcelona e intentó convencer a un buen número de catalanes sobre su visión y análisis de la situación».
Si precisamente algo merece la opinión de Vega de Seoane es que nadie la tenga en cuenta, ni pierda su tiempo considerándola. Porque consiste en más de lo mismo, en continuar la política de sumisión al nacionalismo y de cesiones constantes que nos ha llevado hasta aquí; que lo ha sufragado e impulsado en vez de saciarlo y reducirlo.
«El Círculo de Empresarios, antaño uno de los reductos más casposos de la derecha española, hoy tiene ideas propias y una no desdeñable postura sobre el asunto de Cataluña y España».
Esperemos que el columnista y actual intendente del medio no haya sucumbido de forma definitiva a la neolengua separatista, que impone la dicotomía «Cataluña y España» como si de dos entes distintos se tratara. Por otra parte, venir a entonar los mismos plañidos y mantras con que los de la estelada nos achicharran a diario, no coincide demasiado con lo que comúnmente entendemos como tener «ideas propias».
«Quizá esa salida, en vez de solución, merezca la pena ser escuchada».
¿Y de qué sirve entonces si no es ninguna solución? ¿Para prolongar nuestra agonía como nación, aumentando encima la capacidad destructiva de quienes ya han mostrado sobradamente sus intenciones?

Confluye la circunstancia de que esa conferencia de Javier Vega de Seoane a la cual se refiere y que tuvo lugar en el Círculo Ecuestre, estuvo patrocinada por Sociedad Civil Catalana. Cuyo nuevo presidente —desde el 25 de octubre de 2016—, Mariano Gomà, publicó un artículo con propuestas similares que fue objeto de atención en la penúltima crónica del blog (Inocencia Perdida. 09-01-2017).

Y ahora viene Xavier Salvador y escribe eso. Ya en la declaración de intenciones con que comenzó su jefatura en el diario («Crónica, un medio digital sin ataduras». 05-07-2015) proclamó su equidistancia («Sin complejos ante los nacionalismos de uno y otro signo que tanto daño han inflingido [sic] en los últimos siglos»; ¿significa eso que quienes defendemos la unidad de España somos también nacionalistas, pero de signo contrario, como arguyen los que están dando el golpe de Estado?), le cantaba al entendimiento («Aspiramos a ampliar la voz de esa ciudadanía crítica, inconformista e informada que anhela el debate y el diálogo por encima de confrontaciones, victimismos e intransigencias») y trasladaba parte de la culpa a la “inflexibilidad” del Ejecutivo («El proceso soberanista ha disparado la radicalidad de la sociedad. El detonante fue el órdago político que desde el propio Gobierno de la Generalitat se lanzó contra un Estado menos sensible a las reivindicaciones periféricas desde que lo gobierna el Partido Popular sin necesidad de apoyos parlamentarios»). Acusación esta que reiteró un año depués, al ser entrevistado por sus socios de El Español:
«El PP no ha sabido gestionar la cuestión catalana de los últimos años. […] Cataluña no hubiera llegado al grado de crispación de los últimos meses si en Madrid hubiera existido un liderazgo político al frente del Gobierno y de la propia oposición con capacidad para transaccionar y ejercer realmente la política».
«Transaccionar», claro que sí; cualquier cosa, por indigna que sea, antes que aplicar la Ley. Más recientemente, ha sido el presidente del Cercle d'Economia (‘Círculo de Economía’), Antón Costas, quien desde La Vanguardia llamaba públicamente al cambalache y a la claudicación («Divisibilidad del conflicto catalán». 22-02-2017):
«Artur Mas dejó caer que podría haber una alternativa a la independencia, pero que, en todo caso, correspondía al “Estado” el formularla. Y el Gobierno de Madrid parece aprestarse a explorar ese camino. […] Se trataría de transformarlo en un “conflicto divisible”, del tipo de “más o menos”. En este tipo de conflictos todos ceden algo y todos ganan algo. Se hace po­sible la negociación y el acuerdo. […] El inventario de 46 cuestiones que en su momento Carles Puigdemont, como presidente de la Generalitat, presentó al presidente Mariano Rajoy es un buen punto de partida […]. Desde la perspectiva de los intereses y preferencias del conjunto de la sociedad el llamado problema catalán no es, como he dicho, independencia si o no, sino disponer de mayor capacidad de decisión y de más instrumentos para un mejor autogobierno».
Aunque el propio Costas termina reconociendo que apenas sería un apaño temporal, no la solución:
«En todo caso, no se trata de que nadie renuncie a sus ideales o preferencias políticas últimas, sino de posponerlas para explorar la posibilidad de lograr avances en beneficio del bien común».
Se diría que a lo que aspira es a que el tinglado aguante un par de añitos más, para ir haciendo negoci mientras tanto con una Cataluña aún más privilegiada fiscalmente.

Dos son las metas que los nacionalistas tienen, lo he dicho en muchas ocasiones a lo largo de estas páginas y seguiré repitiéndolo, incluso a riesgo de resultar pesado: la secesión de Cataluña y la anexión de otros territorios (la sección Mapa del imperio ofrece un instructivo repaso de sus pulsiones expansionistas declaradas, nada ocultas, desde hace más de un siglo). Y jamás optarán por detenerse; hay que pararles, desarticulándolos. Que nadie se engañe, ni nos engañe.

3 comentarios:

  1. Hace ya tiempo que Crónica global se parece a la propia Crónica global del principio y a la vieja Voz de Barcelona lo que un huevo a una castaña. El cambio en la línea editorial empezó a percibirse pronto, tras la reestructuración del equipo y los cambios formales. Todo tendió cada vez más a la equidistancia y a la predicación del diálogo y la negociación, a la par que iban desapareciendo colaboradores valiosos y de posturas claramente frontales frente al nacionalismo, Antonio Robles o Santiago Trancón, por ejemplo, además de otros. Daba la impresión de que el PSC había conseguido tomar las riendas ocultas del medio, en otro tiempo irreductible y diáfano. Todo esto se denunció en su momento (hace ya muchos meses) en una serie de comentarios míos y de otros suscriptores, pero nadie dio explicación ni respuesta ninguna. Yo ya ni soy suscriptor y sólo lo ojeo de vez en cuando. Dicen y presumen de tener mucha audiencia. Yo no lo sé. Lo único que sé es que mucha gente ha desaparecido y que la sección de comentarios está casi siempre vacía cuando antaño había muchos comentarios en noticias y artículos. Una pena porque perdimos un medio valioso y valiente para pasar a tener lo que hay ahora: un diario melifluo que haría las delicias de Duran Lleida, Iceta y demás tontos útiles del nacionalismo.

    Eduardo Pinzolas

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  2. ¿Por qué hay tanta gente en este país que cae en la falacia de la ventana de Overton? Recuerdo la época en la que todavía asesinaba ETA, cuando gente decía que ni ETA ni el gobierno, que eran los dos iguales. No sé si es estupidez, vagancia intelectual o ganas de caer bien a todo el mundo.

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  3. Gracias por los análisis que haces. Seguimos igual o peor que el año pasado.
    Un abrazo

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