13 AÑOS DE CRÓNICAS EN ‘CATALIBANES’ 

9 de julio de 2017

Ira


«Se ha dicho con acierto que la multitud tiene muchas cabezas,
pero ningún cerebro».
Antoine de Rivarol (1753-1801).


Hará cosa de un año, me topé en Internet con el vídeo del linchamiento a una muchacha. Como no venía acompañado de explicación alguna, busqué información partiendo de tres o cuatros datos extraídos del atroz contenido de las imágenes hasta dar con la noticia, fechada en diciembre de 2014, en varios medios hispanoamericanos: una turba enfurecida por el aumento de la criminalidad y el azote cotidiano de bandas violentas en un pueblecito de Guatemala, la había tomado por una sicaria instantes después del asesinato de un taxista. De poco sirvió que posteriores investigaciones de la Policía la descartaran como autora de los disparos y apuntaran hacia un pistolero apodado “El Iguana”. Porque la infortunada, de 14 años de edad, ya había fallecido en un hospital a consecuencia de la paliza y las graves quemaduras sufridas.

Pero sorprendentemente, ayer encontré que esa misma grabación está circulando en Facebook bajo el siguiente título:
«Niña de 13 años es quemada viva por quedar embarazada de un SACERDOTE».
Pasquín amenazador contra políticos contrarios a
la secesión aparecido en las calles de Lérida hace
unas semanas, que les señala como a ‘enemigos
del pueblo’ y ha originado una investigación
de la Fiscalía para identificar su autoría
Así, con la última palabra en mayúsculas. El resto de la descripción tampoco coincide en absoluto con la realidad. Ni el lugar de los hechos, que el artífice del bulo sitúa en México. Horroriza leer los bramidos de los internautas contra el inexistente cura y agresor sexual, a quien muchos sugieren apartarle de uno o dos detalles de su anatomía. Al parecer, la difamación habría sido urdida por elementos de un partido político ahora en boga para desprestigiar a la Iglesia católica. Y aunque la mayoría desde el desconocimiento, son legión los que están colaborando en divulgarla.

¿Qué diferencia a aquella chusma que descargó su rabia perpetrando un brutal escarmiento en plena calle, de esta numerosa cibercomunidad manipulada por una mentira? Apenas nada. Ambas han actuado sin entretenerse en averiguaciones y con impulsividad. A golpe de teclado unos; y los otros, simplemente a golpes. Incendiando las redes en un caso; en el anterior, incendiando con gasolina a Bedelyn Esther, pues ese era su nombre.

Las nuevas tecnologías nos han hecho más libres, sí. Pero también más propensos a caer en engaños. Por pereza o por ingenuidad, pocos son los que se cuestionan el aluvión de mensajes que reciben a diario. Y cuando se induce el mismo sentimiento en miles o millones de crédulos —odio, indignación, hartazgo—, un demagogo sabe bien que muy fácilmente pueden devenir muchedumbre amotinada.

El clima de tensión en Cataluña ha escalado hasta límites peligrosos. Y aunque muchos lo nieguen, estamos sentados sobre un polvorín. Por otra parte, los líderes del movimiento separatista están en un callejón sin salida: ante ellos se yerguen un muro legal y un Gobierno que, aun sin demasiado entusiasmo, está obligado a reaccionar en cuanto se sobrepasen. Detrás, dos millones de votantes inflamados hasta la exaltación tras décadas de propaganda les arrean y de ningún modo les permitirían retroceder alejándoles del paraíso prometido.

No obstante, podría quedarles una baza por jugar.

Comentábamos en la última crónica de este blog (Cómo timar a las masas, 12-06-2017) que, carentes de valor para proclamar la secesión desde un balcón del Palacio de la Generalidad como en 1934 hiciera el presidente —y criminal— Lluís Companys, el dúo Junqueras-Puigdemont planean repetir la consulta del 9-N, a ver si por fin obtienen una contundente respuesta del Estado que les permita victimizarse. El escritor y miembro de la Real Academia Española Félix de Azúa, ha alertado en una polémica entrevista para el diario Crónica Global (28-03-2017):
«A los jefes de Junts pel Sí les convendría que hubiera un par de muertos. Ellos están acabados, han llegado al final del camino y no pueden seguir adelante. Saben que van a ser sistemáticamente inhabilitados y ya pueden ir haciendo el payaso, que se quedan sin poder. El recorrido ha terminado y la única manera de salir, sin ir directamente al paro o a alguna de las empresas de los que les financian, es que haya violencia. Si hubiera 30 muertos estarían perdidos, pero si hubiera 3 o 4 eso les facilitaría seguir en el poder. […] Porque la Administración central se vería obligada a intervenir. Hasta ahora han hecho todo lo posible para no intervenir, pero lo tendrían que hacer. Eso salvaría a los nacionalistas».
También de la muerte habló en un criticadísimo tuit Hèctor López Bofill con ocasión del homicidio de la política laborista británica Helen Joanne “Jo” Cox, en junio de 2016, durante la campaña sobre el Brexit. Algo, los «muertos», que este profesor de la Universidad Pompeu Fabra y promotor de diversas entidades separatistas (Cercle d'Estudis Sobiranistes, Sobirania i Progres, Crida Nacional), consideró consustancial a «toda transformación constitucional profunda».

¿Pero y si ese providencial suceso luctuoso fuese inventado? Un rumor, una falsa noticia en vísperas del 1 de octubre, por burda que fuese, pensada para agitar. Como la del veloz avance de una división acorazada hacia Barcelona con instrucciones represoras, por ejemplo. O la del supuesto apaleamiento de un mozalbete pacífico, democrático, festivo, sonriente y urnero —que es como se pintan a sí mismos los de la Revolució dels somriures— a manos de ficticios espanyolistes. Y profusa en pormenores sangrientos, para caldear. Masivamente difundida, bastaría para desatar salvajes algaradas y una sublevación tal que paralizase la acción de las desconcertadas autoridades o las empujara a emplear la fuerza.

Quizás en este momento, en algún lugar, ya haya alguien maquinándolo. Fabricantes de embustes y capaces de los trucos más sucios como han demostrado ser, resultaría insensato no prever esa posibilidad.